Aumenta preocupación

ciudadana por estelas

químicas en el cielo

Tratan encasillarlo en “teorías conspiración”

lunes 31 de julio de 2023

Cada día son más los ciudadanos alarmados por la proliferación de aviones que vuelan a baja y mediana altura, dejando atrás una camada de surcos o estelas de gas blanco a lo largo y ancho de Puerto Rico, algo que durante años ha sido reportado en sinnúmero de países.
Estos aviones, parecen lanzar algún tipo de sustancia, y como ha sucedido en otras muchas jurisdicciones, el efecto no se ha hecho esperar: cambios en los ciclos climáticos, intensidad o disminución de precipitación, enfermedad en los cultivos, cambios drásticos en la composición mineral del suelo, lluvia de espuma, etc.
Sin embargo, la internet está repleta de cientos o miles de sitios web que se proyectan como expertos investigadores, desmintiendo y declarando como falso el fundamento de la preocupación ciudadana en torno a que puedan estar siendo fumigados desde el aire con diversas sustancias y propósitos.
Estos sitios web, que incluyen medios de prensa locales e internacionales, elaboran textos muy convincentes, señalando a los ciudadanos querellantes como tontos conspiranoicos. Muchas de estas web, incluyendo firmas y medios de prestigio, que actúan en enjambre, acaparando los motores de búsqueda para brindar protección a los discursos oficialistas de sus respectivos gobiernos y autoridades mundiales, son los mismos que aseguraban que las vacunas contra el COVID-19 eran “eficaces y seguras”. Pero ese es otro tema, muy bien conocido y cada día más esclarecido a través de las investigaciones congresionales en curso, que han puesto en relieve la alta toxicidad y daños a la población provocadas por la inoculación con esta sustancia. Algo que la inmensa mayoría de estas páginas de internet y medios de prensa no cubren.
Estas web, después de extensas explicaciones citando a fuentes y alegados expertos, se lanzan de pecho y reducen las estelas químicas o “chemtrails” dejadas a su paso por aviones y drones especializados, como el simple efecto del vapor de agua y cristales de hielo en la atmósfera.
Más aún, algunos de estos medios, dirigidos por fanáticos oficialistas, han llegado a publicar que las estelas químicas “en realidad no existen”.
Nada más lejos de la verdad.

Origen e historia de las estelas químicas:
Si se trata o no de una macabra estrategia para la reducción de la población mundial, mediante el envenenamiento sistemático de organismos vivos o el lanzamiento de virus y bacterias en el aire, lo cierto es que las estelas químicas son mucho más que vapor de agua.
Por más de 75 años, aviones han sido utilizados para rociar, desde armas biológicas en campos de guerra, hasta herbicidas e insecticidas.
Cabe señalar que las armas biológicas han sido prohibidas en los campos de batalla mediante tratados internacionales desde mediados del siglo XX, pero no así el lanzamiento “regulado” de químicos para otros fines.
Uno de esos fines, es la modificación del clima con alegados fines altruístas en alegado beneficio de la humanidad, a fin de “aliviar o prevenir desastres y peligros” ambientales.
El Acta de Política de Modificación Climática Nacional de 1976, aprobado por el Congreso de EE.UU., a fin de enmendar el P.L. 92-205, mejor conocido como “Ley de Reporte de Modificación Climática” de 1972, establece: “La tecnología de modificación del clima tiene un potencial significativo para prevenir, desviar, moderar o mejorar los efectos adversos de tales desastres y peligros y mejorar la producción de cultivos y la disponibilidad de agua… Por lo tanto, se declara que el propósito del Congreso en esta Ley es desarrollar una política nacional integral y coordinada de modificación del clima y un programa nacional de investigación y desarrollo de la modificación del clima”.
Es obvio, que las páginas de eruditos investigadores de internet, mejor conocidos como “fact checkers”, han vuelto a pasar por alto aspectos sustantivos que sostienen la genuina y fundamentada preocupación ciudadana, toda vez que tales propósitos no son alcanzables con mero vapor de agua.
El Acta establece en su exposición de motivos que: “Los desastres y peligros relacionados con el clima, que incluyen sequías, huracanes, tornados, granizo, relámpagos, niebla, inundaciones y heladas, dan como resultado un sufrimiento humano sustancial y pérdida de vidas, miles de millones de dólares en pérdidas económicas anuales para los propietarios de cultivos y otra propiedad y pérdidas financieras sustanciales para el Tesoro de los Estados Unidos”.
Por todo lo cual, faculta al secretario de Comercio a toda una amplia gama de poderes para ordenar investigaciones científicas, desarrollar tecnologías e implementar mecanismos conducentes a esa modificación climática en “los diversos Estados, el Distrito de Columbia, el Estado Libre Asociado de Puerto Rico y cualquier territorio o posesión insular de los Estados Unidos”.
Posteriormente en 1975, los EE.UU. y Canadá acordaron establecer un intercambio de información en cuanto a los avances e iniciativas relacionadas a la modificación del clima, y en 1977, la manipulación del clima se trató en la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas N.º 31/72, bajo la “Convención sobre la Modificación del Ambiente” donde se establecieron restricciones para su uso militar.
Sin embargo, la tecnología para la modificación climática continuó avanzando, desarrollando el campo de la geoingeniería, cayendo en manos de intereses económicos privados, que al amparo del tema del calentamiento global y la búsqueda de soluciones, han creado diversidad de métodos de manipulación climática y medioambiental, muchos de ellos cuestionables.

Según ha trascendido, influyentes inversionistas como Bill Gates, George Soros y Dustin Moskovitz, entre otros, impulsan proyectos de geoingeniería para la modificación climática y manipulación del medio ambiente.
De otro lado, proyectos de ley regulatorios como el PS 517 y 1807 o del ejecutivo enviados por Casa Blanca, como el 2995 y 3445, presentados entre 2005 y 2007 en EE.UU., no han logrado pasar el escrutinio congresional y se han colgado.

La verdad sobre las estelas químicas:
En muchas ocasiones las estelas químicas o “chemtrails” pueden ser producidas por el proceso de dispersión de yoduro de plata, utilizado para la “siembra de nubes”, a fin de manipular la precipitación pluvial en zonas específicas; una controvertida técnica utilizando un químico que puede causar incapacidad temporal o posibles daños residuales a los humanos y otras especies de animales.
Actualmente, existen varias controvertidas propuestas para la dispersión aérea de dióxido de azufre, así como partículas de titanio y aluminio para bloquear la entrada a la atmósfera de los rayos solares y reflejarlos hacia la estratosfera, a fin de reducir el calentamiento global.
Otra información, no corroborada por este medio, que ha estado circulando, es que se planifica ionizar la atmósfera para convertirla a modo de telón o pantalla para la utilización de hologramas con fines militares.
La modificación o manipulación climática, mediante la aspersión de estelas químicas, es un hecho real y probado, una industria incipiente que solo fanáticos oficialistas, con ánimo de mantener a la población en estado de ignorancia, pretenden desmentir.
De otro lado, otra fuente para la creación del efecto aéreo de los chemtrails, es el uso aéreo del insecticida Naled, utilizado para matar mosquitos, el mismo que creo gran alarma ciudadana en la Isla en 2016, cuando el Gobierno de EE.UU. y los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) promovían e insistían en convencer a su tradicional laboratorio de experimentación en el Caribe, la isla de Puerto Rico, para que permitiera su uso. Algo que no empece a las jugosas tajadas de fondos ofrecidas, el gobierno del ELA tuvo que declinar, ante la descomunal ola de oposición ciudadana.
De hecho, los CDC promueven la fumigación aérea con los indiscutiblemente tóxicos insecticidas, argumentando que: “La fumigación aérea es más efectiva y rápida que los pulverizadores montados en camionetas o manuales para el tratamiento de terrenos grandes”.
Billones de litros de herbicidas, plaguicidas, insecticidas, larvicidas, acaricidas, fungicidas y demás venenos, incluyendo fertilizantes para uso agrícola, son asperjados alrededor del mundo desde aviones, y más recientemente desde drones, creando las estelas químicas o “chemtrails”.
De hecho, en 2002 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura publicó la “Guía de Buenas Prácticas para la Aplicación Aérea de Plaguicidas”.
Puerto Rico no ha estado, ni se encuentra ajeno a estas prácticas, incluyendo el lanzamiento del ultratóxico herbicida glifosato (Roundup) creado por la empresa Monsanto.
Empresas como RiceTec y otras, han utilizado durante años aviones para fumigar extensas zonas de terreno con fines agrícolas en Puerto Rico.
Como nota al calce, cabe señalar que bajo condiciones normales, ningún avión va a dejar una camada de surcos a su paso superior a la cantidad de motores que posee, a no ser que con toda probabilidad esté lanzando algún tipo de compuesto al aire, por lo que los continuos avistamientos de este tipo de evento en los cielos boricuas, no tan solo merecen una explicación creíble por parte del gobierno y autoridades pertinentes, sino que tienen fundamento para pensar que se trata del lanzamiento a la atmósfera de algún tipo de sustancia química ajena al conocimiento de los puertorriqueños con fines desconocidos.
En junio de este año (2023), la representante del Proyecto Dignidad, Lisie Burgos Muñiz, presentó un proyecto de ley para investigar el fenómeno de las estelas químicas o “chemtrails” en Puerto Rico.
¿Terminará la Cámara de Representantes concluyendo que se trata de vapor de agua y cristales de hielo o que sencillamente las estelas químicas no existen? Pendientes al desarrollo de esta noticia.

 

El autor es periodista acreditado por el Departamento de Estado de Puerto Rico                                Miembro de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (ASPPRO)
Miembro de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ), Wa.DC