Carta al hermano ateo:

Nadie habla con tanto

ímpetu de algo que no existe

Redacción Nueva Isla

El ateo, generalmente es una persona inteligente que acepta como cierto todo lo que pueda palpar mediante sus sentidos o mediante prueba científica.
En muchos casos, no en todos, el ateo proviene de familias y enseñanzas cristianas, pero no encontró espacio a sus interrogantes en ellas. A veces sintió rechazo o falta de respuesta en el cristianismo y le atribuyó la misma a un vacio, un vacio que justifica y representa la inexistencia de Dios.
El ateo descarta la fe como algo en lo que se pueda confiar, pero tiene fe en que Dios no existe.
El ateo vive preso en el alcance de su inteligencia.
Para el ateo, los límites del mundo, el universo y la existencia, se limitan a lo que pueda alcanzar con su conocimiento o el de la civilización y ciencia, que de manera empírica le puedan demostrar.
Sin embargo, cree en sus percepciones y las da por hechos probados. Cree en filosofías, en eventos paranormales, en sinnúmero de misterios sin resolver, menos en la existencia de un ser Supremo, un Dios.
El ateo cree en el ser humano y le atribuye poderes increíbles a la mente, con la cual justifica cualquier evento denominado milagro. Cree que se puede sanar a sí mismo o sanar a otros con solo creer en el poder de la mente, sin darse cuenta que ese es un principio de fe natural que emana de lo que llama inteligencia.
El ateo cree tanto en el poder de la mente que piensa que ésta puede crear cosas, bien sean etéreas, nominales, conceptuales… en fin cree que la mente es capaz de crear tangibles e intangibles.
Si esto es así, Dios existiría como creación del propio ser humano, con el poder de la mente de miles de millones de personas. Dios existiría entonces como una cuestión de hecho o de fuerza mental. Siguiendo el concepto humanista del poder de la mente, Dios existiría, creado por el propio hombre y su “poderosa mente”.

¿Qué tema en el mundo es más intenso, antiguo y controversial que la existencia de Dios?¿Un debate de tal magnitud por algo que no existe?¿Pero en verdad no existe?
Muchos ateos no creen en Dios, pero creen en el espíritu, en una rencarnación o en una energía encapsulada en su cuerpo, que se libera y no se pierde en el momento de la muerte. Creen en algo, más allá de sí mismos, y eso es un principio de fe.
La fe en el contexto bíblico, en ese libro para algunos obsoleto o hecho para tontos y mediocres, se define como: “La certeza de lo que se espera; la convicción de lo que no se ve”, Hebreos 11:1.
Los ateos tienen fe en que Dios no existe, y hacen la apuesta más arriesgada que un ser humano pueda hacer, la que no harían en una mesa de juego o en un deporte que practiquen: Apostar su vida y la de sus seres queridos, todo por nada.
Si Dios, el mismo que abrió el mar en dos, permitiendo el paso de su pueblo, y lo mantuvo con sombra, agua y comida durante 40 años vagando por el desierto, existe, y usted simplemente cree que existe, tiene la oportunidad de una vida presente y futura mucho mejor, o tal vez disfrutar junto a su familia de una tierra prometida después de la muerte.
Es bastante sencillo: Si no existe Dios y usted cree que existe, usted no perderá nada, porque al final del camino, el cristianismo lo que presenta son postulados que incluso en lo social ofrecen una mayor calidad de vida personal, familiar y comunitaria.
Pero piense bien: Si Dios existe, y usted ha dedicado parte de su vida, no tan solo en negarlo, sino en sembrar la duda entre sus amigos y familiares, para que se unan a su encumbrada intelectualidad y ateísmo, llamando hasta tontos e imbéciles a los cristianos, usted lo pierde todo, pierde toda posibilidad de lo que ofrece simplemente creer en Dios.
Si usted es ateo, tiene aún tiempo de salvar lo último que le quedará en la mesa antes de su último suspiro, que no sabe si es hoy, mañana o cuándo: La Oportunidad. Una posibilidad de una vida después de la muerte, en una dimensión muy distinta a la carne y materia que usted conoce.
Mejore sus posibilidades y haga una apuesta de vida eterna para usted y los seres que ama y que confían en usted. Haga una apuesta en donde pueda ganarlo todo sin perder nada, y no, perderlo todo por nada.
A Dios, usted no lo podrá tocar, pero lo podrá sentir. Dios existe y tiene grandes cosas para usted y su familia. Cosas que este mundo, las riquezas y placeres, no alcanzan ni pueden ofrecerle. Dese la oportunidad de conocerlo.
Extienda su mano y disfrute de una relación personal con un Dios vivo y universal. Un Dios poderoso, restaurador, milagroso, trascendental, maravilloso… que nada tiene que ver con el fanatismo de los hombres y mujeres. El fanatismo no forma parte de la definición ni el carácter de Dios.