Cuestionan uso de sedantes
en tratamiento para Covid-19
Apuntan a ser detonantes de muertes…

Por: José Santiago Gabrielini
Periodista
lunes 24 de octubre de 2022
Según ha trascendido, hospitales alrededor de EE.UU. estuvieron utilizando durante el pico de la pandemia, fuertes sedantes y anestésicos como: midazolam, lorazepam, fentanilo, clorhidrato de dexmedetomidina, morfina, propofol y vancomicina para inmovilizar a pacientes de Covid-19, no tan solo en unidades de cuidado intensivo, como parte del proceso de entubación y ventilación, sino como parte de un protocolo que iniciaba desde su llegada a salas de emergencia.
Alegadamente, dicha práctica iba en detrimento del paciente, toda vez que el Covid-19 es una enfermedad que ataca el sistema respiratorio y son bien conocidos los efectos secundarios respiratorios asociados a los sedantes, muy en especial las benzodiazepinas. Más aún, cuando se aplican en forma de coctel en medio de una crisis respiratoria.
Diversas fuentes científicas cuestionan su uso como parte del tratamiento de la enfermedad y algunos se atreven a señalar el mismo como uno de los detonantes de muertes atribuidas al Covid-19.
Un estudio realizado por Koushik Kasanagottu, MD y Shoshana J. Herzig, MD, MPH, publicado en Journal of Hospital Medicine, revela no tan solo el riesgo de la utilización de estos fármacos en pacientes con Covid-19, sino las tasas de prescripción de opioides y benzodiazepinas entre pacientes hospitalizados por Covid-19 en 39 hospitales de Michigan: “1 de cada 4 recibe un opioide y más de 1 de cada 10 recibe una benzodiazepina durante la hospitalización”.

En un artículo publicado en The Epoch Times se describe la situación de la siguiente manera: “Las circunstancias en un hospital se volvieron tan graves (durante el pico de la pandemia) que una de las políticas era paralizar a los pacientes con problemas pulmonares graves y usaban medicamentos paralizantes, como midazolam, propofol y fentanilo. Una vez que el paciente quedó paralizado, se inició el remdesivir antiviral para cada paciente, después de lo cual, los pacientes entraron en insuficiencia renal, creando una sobrecarga de volumen de líquido, donde el cuerpo no pudo excretar desechos”, indica el reportaje.
De hecho, en un artículo al inicio de la pandemia, publicado en la reconocida revista especializada en farmacia, Pharmacy Practice News, el Dr. E. Wesley Ely, profesor de medicina y cuidados intensivos en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, había enfocado el problema que presentaban estos fármacos, dejando claro que: “En tres meses, hemos borrado 20 años de progreso… cuando sea posible, realmente debemos alejarnos de ellas (las benzodiazepinas)… Dejamos de usar benzodiazepinas hace años, debido a lo deliriógenos que son… Ver que el 86 % de las personas conectadas a un respirador reciben una benzodiacepina es como volver a cómo practicábamos la medicina en 1995”, puntualizó Ely.
Por su parte, un estudio producido por Cleveland Clinic advierte: “Las benzodiazepinas deben usarse con precaución en pacientes con enfermedades respiratorias agudas o crónicas subyacentes, para evitar la depresión respiratoria y la precipitación de insuficiencia respiratoria aguda. Si bien, la hiperventilación inducida por la ansiedad puede comprometer la función pulmonar, como en el caso que aquí se reporta, la ansiedad y la agitación pueden ser parte de la presentación de una descompensación respiratoria aguda, y pueden agravarse aún más con el uso de ansiolíticos como las benzodiazepinas”.
Así las cosas, a prácticamente tres años del inicio de la pandemia, una pandemia cuya emergencia fue programada por el gobierno de EE.UU. para finalizar en enero de 2023, se comienza a mirar hacia atrás y a observar los errores o “errores” que contribuyeron a producir más muertes, que a salvar vidas.
El autor es periodista acreditado por el Departamento de Estado de Puerto Rico Miembro de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (ASPPRO)
Miembro de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ), Washington DC