Inaceptable aborto aunque lo vistan de seda

Mucho se ha escuchado en días recientes en torno al tema del aborto y el P. del S. 693 de la autoría de la senadora Joanne Rodríguez Veve.
Un proyecto de ley que busca en esencia establecer un término límite de 22 semanas, para que una mujer pueda practicarse un aborto, poniendo fin a un embarazo no deseado. Es decir, que convertiría la práctica de un aborto, pasado las 22 semanas, en un delito, tanto para la mujer, como para el personal médico que intervenga en el mismo.
Desde mi óptica, como firme defensor de la vida, creo que prolongar a 22 semanas la práctica de ese tipo de asesinato asistido, es una aberración total.
Una mujer que haya sido víctima de una violación o incesto, sabe que lo fue y sabe que está embarazada mucho antes de ese absurdo término, que lo único que lo sostiene es un intento de saciar con un término razonable las insaciables mentes de los defensores de la muerte como puerta de escape a su antipática y no deseada realidad.
He escuchado los argumentos de quienes defienden a capa y espada el aborto sin límite de tiempo, bajo el argumento de que el estado machista no puede tener inherencia sobre dizque el cuerpo de la mujer, asumiendo que esta debe tener el derecho absoluto de matar la criatura que lleva en su vientre hasta el mismo día del alumbramiento, incurriendo en un inaceptable predicamento que no puede de manera alguna ser incorporado a nuestro estado de derecho y merece el rechazo total del pueblo de Puerto Rico.
He discutido personalmente este tema con este tipo de activista. Incluyendo a aquellos que llegan a creer que son portavoces de las mujeres víctimas de incesto y violación, y que su criterio, en términos absolutos, es la forma y manera de pensar de esa minoría. Algo que es falso.
Desafortunadamente en este asunto, por demás controvertido, tengo que salirle al paso, de manera pública, inclusive a personas que aprecio y con las que he compartido trinchera en otras luchas.
El aborto no natural, a no ser aquellos, donde fisiológicamente está en riesgo la vida de la mujer tiene un único fundamento: Escape, conveniencia y un falso intento de sanación emocional, intentando reparar o mitigar un daño, con uno peor e inaceptable.
Como cereza del mantecado y en ausencia de argumentos contundentes, he escuchado la patraña de que ahora el estado quiere lucrarse, a costillas de las víctimas de incesto y violación, convirtiéndolas en fábricas de bebés para adopción.
Esta manera de pensar solo tiene un enfoque y un canal: matar y asegurarse que su problema desapareció físicamente de este planeta. Porque la mera existencia de ese niño, seguro y feliz, le es repulsivo y le resulta asqueante.
El estado no puede convertirse en cómplice y artífice de esta barbarie.
Entiendo que la mujer y el hombre, en el plano terrenal, son dueños de su cuerpo, y deben tener la capacidad y el criterio de decidir por el mismo.
En el plano espiritual, son meros mayordomos de un vehículo que ni siquiera le pertenece. Pero eso son otros $20 y no le voy a dar paso a los que quisieran vincular el abominable acto de asesinar, bajo el subterfugio de la conveniencia del aborto, con el argumento del fanatismo religioso.
Los fanáticos(as) defensores(as) de este asesinato, que no puedan comprender que su cuerpo solo tiene un corazón y cualquier otro corazón humano que lata dentro o fuera de su cuerpo no es suyo, tienen un serio problema de aceptación de la realidad.
No vale más la vida de una mujer víctima de lo que sea, ni su felicidad, paz y seguridad, que la del frágil, inocente e indefenso ser humano que lleva en su vientre.
A los legisladores les digo: escuchen al pueblo y entiendan el mensaje.