Comprendiendo el ateísmo y

diferenciándolo del agnosticismo:

Redacción Nueva Isla

Para los seguidores del pensamiento agnóstico, es inútil considerar temas de índole filosófica o religiosa que se vinculen con realidades intangibles, que se encuentran más allá de su entendimiento, pues según ellos, la razón humana no es capaz de acceder a un conocimiento cierto de la esencia de Dios ni de fundamentar racionalmente su existencia.
Existe una diferencia fundamental entre el agnóstico y el ateo relacionada con la comprensión que tienen uno y otro acerca de la naturaleza de la divinidad: el agnóstico, pese a no poder afirmar la existencia de Dios, considera que este conocimiento se le escapa en esencia, de modo que, tampoco, puede negarla; el ateo, en cambio, niega de plano la existencia de Dios y de cualquier forma de divinidad o entidad superior que trascienda la materia.
A fin de cuentas, ambos se distancian de Dios.

¿Qué relación guardan los crímenes en nombre de Dios con Dios?
La respuesta a la anterior pregunta es NINGUNA. A lo largo de los siglos se han cometido injusticias
y crímenes horribles en alegado nombre de Dios.
Delitos de todo tipo, asesinatos, violaciones, etc., han sido cometidos por sacerdotes, pastores y “fieles” de iglesias.
Sin embargo, ninguno de estos actos tienen que ver con Dios, sino con los hombres y el fraude de
utilizar a Dios o sus funciones eclesiásticas como subterfugio para cometer sus actos.
De hecho, ni los líderes religiosos ni los sacerdotes o pastores ni las propias iglesias, son el camino a Dios, sino su hijo Jesucristo, sus enseñanzas limpias y transparentes, y su carácter incorrompible, junto a los evangelios contenidos en la Biblia.
No se deje confundir con los actos de los hombres y mujeres o con los rituales eclesiásticos que
nada tienen que ver con Dios, sino con el libre albedrío de seres humanos imperfectos, pecadores, inescrupulosos, ambiciosos, etc.