Nuevo informe ONU:

Acelerada la amenaza de

crisis alimentaria mundial

Por: José Santiago Gabrielini

El más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), emitido el 6 de julio de 2022, trae consigo más advertencias y explicaciones del por qué se aproxima una gran crisis alimentaria mundial, algo que se ha estado mencionando con relativa intensidad durante los pasados meses.
La publicación de la ONU titulariza el hecho de que ya en 2021 unos 828 millones de personas en el mundo sufrían hambre en su nivel más severo, ubicándose esta cifra en un 9.8% de la población mundial. De esta cifra, unos 150 millones se sumaron a partir de la pandemia de Covid-19.
De igual manera, y para que haga usted su matemática, ya en 2021 unos 2,300 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria a nivel moderado o grave, lo cual representa unos 350 millones más que al principio de la pandemia.
Estas son cifras alarmantes, cuando el total de seres humanos que poblan el planeta ronda los 7,900 millones en 2022, unos 165 millones más que en 2020.
Hablemos de 2022 y los factores que disparan el alerta mundial en torno a la proximidad de una verdadera gran crisis alimentaria que pudiera impactar cada hogar y cada mesa en el planeta.
La ONU describe la situación a grandes rasgos de la siguiente manera: “Los organismos explican que existe una crisis de alimentos debido a cómo se han afectado las cadenas de suministro, debido a los cada vez más frecuentes eventos climáticos extremos, sobre todo en los países de renta baja. A esta situación se agrega la guerra en Ucrania, que involucra a dos de los mayores productores mundiales de cereales básicos, semillas oleaginosas y fertilizantes. La conflagración altera las cadenas de suministro internacionales y eleva los precios de los cereales, los fertilizantes, la energía y los productos preparados, como la fórmula terapéutica para niños con desnutrición severa”.
Según la ONU el primer gran indicador, más allá del descenso en la oferta de productos, lo representa la inflación, la cual por sí sola es un elemento limitante en torno a cantidad y calidad de alimentos que el consumidor puede acceder y llevar a la mesa. Dando inicio a la escasez por concepto de asequibilidad.
Pero cuando se combina una inflación en escalada, debido a condiciones económicas multifactoriales,
junto a situaciones fuera de control, como lo es el actual conflicto bélico en Ucrania, donde 25 millones de toneladas de cereales se encuentran atorados en los puertos del mar de Azov, lo cual a su vez ya comienza a tener un efecto dominó en cadena, hablamos del caldo de cultivo perfecto para una crisis alimentaria global de grandes proporciones. Una crisis que una vez da inicio no resulta nada fácil restaurar a los anteriores niveles de normalidad.
De igual manera resulta muy difícil para los expertos, debido a la inmensa cantidad de variables regionales, predecir la duración de la misma y el daño económico y social a nivel mundial.
En cuanto a América latina y el Caribe, el representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué expresó: “En sólo dos años, trece millones de personas han caído en el hambre, y cuatro de cada diez viven con inseguridad alimentaria, mientras que todavía tenemos que prepararnos para los impactos de la crisis alimentaria actual, incluida la guerra en Ucrania… La inseguridad alimentaria ha llegado a las ciudades, y a decenas de miles de hogares que antes no la habían vivido”, indicó el experto, en referencia a que la cantidad de personas en situación de inseguridad alimentaria en la región, sugiere que el problema ya no se limita a grupos sociales que han vivido en la pobreza durante mucho tiempo.

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